La llegada de esclavos al país se dio debido a baja densidad poblacional, la resistencia opuesta por algunos grupos aborígenes a la aculturación y sobre todo la elevada tasa de mortandad que el sometimiento, el tipo de trabajo y las enfermedades introducidas por los europeos provocó en la población nativa, llevó a complementar la mano de obra que estos proporcionaban con esclavos procedentes del África. Los trabajos de minería y agricultura fueron realizados por la mano de obra en régimen de esclavitud. También, algunos, realizaban las labores de agricultura, ganadería, el trabajo doméstico y en menor medida la artesanía para la venta cuyas ganancias eran para sus patrones.
El ingreso de esclavos africanos comenzó en las colonias del Río de la Plata en 1588, estos primeros arribos fueron en gran parte obra del contrabando, y el tráfico prosperó a través del puerto de Buenos Aires cuando se concedió a los británicos el privilegio de ingresar una cuota de esclavos a través de éste.
La mayoría de los africanos que se introdujeron a la Argentina procedían de los territorios de la actual Angola, la República Democrática del Congo, Guinea y la República del Congo, pertenecientes al grupo étnico que habla la familia de lenguas bantú.
En 1837 Rosas sancionó una ley que prohibía en forma expresa la compra venta de esclavos en territorio nacional y en 1840 hizo pública su declaración de la abolición total del tráfico de esclavos por el Río de la Plata en todas sus formas. La Constitución Nacional de 1853 abolió la esclavitud, pero legalmente recién con la reforma de la Constitución en 1860 la abolición quedó completa al establecerse la libertad de esclavos de extranjeros introducidos por sus amos al territorio argentino.
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